Texto para la revista:
Este proyecto es parte de varios meses de trabajo en un barrio de Valdemoro, ciudad periférica de la Comunidad de Madrid, que hasta hace unos años era conocido con el nombre de “Nuevo Valdemoro” por surgir, a mediados de los 60 en las afueras, y contar con nuevos edificios de varias alturas en contraposición a las casas bajas de labor habituales en el resto del pueblo.
Nos ha llamado la atención, porque siendo hoy muy modesto, rodeado de zonas de nueva edificación que hacen más patente la precariedad de sus bloques, contiene una parte importante de la historia local reciente: El inicio de esta ciudad industrial a través de un barrio, que desde sus comienzos, ha tenido como característica la acogida de emigrantes.
Durante el desarrollo de este trabajo, indagamos en la cada vez más frágil identidad de los vecinos, y del territorio que comparten, aunque sus orígenes sean tan diversos como el de los primeros pobladores de hace 40 años, oriundos de provincias españolas más desfavorecidas y los nuevos, inmigrantes internacionales llegados, según padrón municipal de 2006 de Marruecos, Ecuador y Rumanía principalmente.
Este modelo de población en zonas céntricas de las ciudades, con pisos antiguos más baratos, habitados por mayores e inmigrantes se repite en la actualidad en cualquier área metropolitana de nuestro país, aunque no por ello deja de ser único en cada lugar y necesita ser reinterpretado ya que la nueva sociedad, vive en un entramado complejo de relaciones, lenguas y modos de hacer, donde es muy difícil un consenso social y se generan conflictos de convivencia.
Charlando con los vecinos, descubres que la incertidumbre es común en estos barrios por que ha desaparecido la sensación de seguridad que te proporciona el conocimiento del “otro”. Los mayores han perdido la familiaridad que se respiraba cuando todos se conocían y compartían las mismas costumbres y tradiciones y los nuevos se sienten desubicados en un territorio que a menudo les es hostil, bien por falta de medios, precariedad laboral o falta de lazos afectivos y familiares. En un momento además don de los media se encargan de transmitirnos a todos, unos estándares sociales, sea cual sea la realidad que vivamos.
La ciudad tiene sentido a través de las relaciones que se crean en ella. La existencia de múltiples culturas que conviven en un mismo territorio, desde la formal a la popular, la local o la importada no ha hecho mas que repetirse y enriquecernos a lo largo de la historia. Las relaciones primarias de los ciudadanos se establecen con la persona más próxima, formando parte de nuestra experiencia vital. Desde el saludo en el portal, la música que escuchamos por la ventana, comprar en las mismas tiendas, la tertulia en la calle con el buen tiempo, el juego de los niños en las aceras... hasta las noticias por internet de lo que pasa al otro lado del mundo en tiempo real; todo este compendio de influencias forma parte directa de nuestras vidas y van re-conformando nuestra identidad. Con los vecinos compartimos imaginarios, usos del espacio público, políticas municipales más o menos acertadas, proyecciones regionales, leyes nacionales, y capital y medios de comunicación internacional.
Como artistas, creemos necesario que se diseñen estrategias de comunicación e interrelación local para poder mantener la identidad en la era global. Recuperar la memoria de un pasado no muy lejano, en el que apoyarnos y mostrársela a los nuevos habitantes, para que juntos podamos crear lugares comunes.
Con este fin hemos desarrollado este proyecto. Un encuentro de todos, en la misma plaza donde hace años se celebraban las fiestas del barrio. Con la proyección de fotos de antes y de ahora, con los viejos y los nuevos vecinos y un grupo de música tocando en directo, formado por algunos de los músicos que ya entonces amenizaban las veladas. Están invitados todos los que han participado, para hablar de lo que les interesa, de su entorno, de su pasado o su futuro en común, y los protagonistas son los propios vecinos, actores y agentes de la nueva historia local.