Mercedes Prado  
 

¿Qué hago yo aquí?

// 1999
Para proyecto QHYA
Comisariado por El Perro. Espacio Garaje Pemasa

Los comisarios  invitaban a reflexionar sobre el concepto del milenio asociado al tiempo histórico que vivimos, un tiempo marcado por la velocidad. Ante la proximidad del año 2000 reconsideran los acontecimientos históricos, sociales y culturales del siglo que abandonamos.

Partimos para esta reflexión, del ámbito doméstico, nuestra ubicación en él y los cambios tecnológicos y sociales que lo están redefiniendo.
La pregunta que nos tuvimos que plantear  fue ¿Qué hago yo aquí?
Mi intervención consistió en una proyección de fotografías abandonadas en tiendas de revelado, donde se manifiesta una intimidad en el ámbito doméstico.



 


Texto para el catálogo:
De lo social
La era de la ciencia-ficción está en ciernes, la velocidad y las nuevas tecnologías virtuales  serán los mayores aliados del acaecer, los sistemas de comunicación nos unirán en la aldea global etc. etc. etc. y mientras tanto ?qué hago yo aquí?:
Pues intento vivir peleándome con un sistema neoliberal, en una comunidad básicamente judeo-cristiana que sigue imponiendo su sistema ético muy por encima de otras ideologías, en una sociedad  donde el núcleo  básico es la familia,  la pareja tiene todavía una función reproductiva y las mujeres amamantan a los hijos, cosa que las discapacita para la total integración en el mercado laboral, aferrándose a roles y estereotipos, costeo los gastos de la corona real de la que soy súbdita pues vivo en un país monárquico, pero hago uso de mi derecho de ciudadana en un sistema democrático, mientras, contamino con los gases de mi tubo de escape  y reciclo las basuras para lavar mi conciencia, me nutro de alimentos transgénicos, y compro cosas "made in China", aún sabiendo que están fabricadas por esclavos,  me drogo, hago deporte, veo la tele, trabajo, compro y vendo, reflexiono, critico y juzgo pero todo dentro de un marco de legalidad.
Vivo entre gente que llora y entierra a los muertos, ríe y festeja los nacimientos,  celebra las bodas,  oficia actos religiosos. Aunque asistidos por ordenadores,  telecomunicación y robótica, no podemos terminar con conceptos como  pobreza, esclavitud,  guerra,  sumisión,  dolor,  explotación,  enfermedad,  pena de muerte,  tortura,  miedo... palabras que parecen sacadas de la edad media y a las que se busca sinónimos en un afán actualizador. Los grandes problemas y los grandes sentimientos del hombre son inmutables , quizás son connaturales a la comunidad humana y no hay milenio capaz de alterar, trasegar o mudar dicha naturaleza. Me pregunto si habrá mucha diferencia en la emocionada peregrinación  de los árabes expulsados de la península ibérica por los reyes católicos y  el  de los  Bosnios o los Albano kosobares  en su éxodo tras  el conflicto de los Balcanes, que a pesar de los  trenes de alta velocidad ó aviones supersónicos, han abandonado a pie su ciudades entre el olor putrefacto de sus muertos, bajo la impasible mirada de los "drones" y el vuelo de los AWACS. Y si la sensación de triunfo y plenitud que embargara a Elcano cuando finalizó su periplo, no se parecerá bastante a la que sintiera Amstron  cuando pisó la luna, aunque la velocidad que desarrollara el segundo para alcanzar su objetivo fuera extremadamente mayor.
Tengo una imagen fotográfica en el recuerdo sacada del "Nathional Geographic" en la que aparecía en primer plano  un indígena de una tribu africana pintado y engalanado con todos los "piercings" collares y tatuajes habituales en sus rituales; la novedad de la escena radicaba en que tenía la nariz atravesada por un bolígrafo "bic" que le había regalado algún viajero como prueba de  tecnología.
De lo privado
La percepción del tiempo está vinculada a las condiciones de existencia del sujeto. A nivel individual el hombre solo tiene un pasado cercano, un presente continuo y un futuro que le permite la ensoñación a sabiendas de su contingencia.
La medida que tiene sentido en cada biografía, depende de los acontecimientos que han sido relevantes para ella, son el miedo y la esperanza vinculados al cambio los que crean el interés por las fechas y los períodos. Los episodios temidos o deseados  para cada individuo (el nacimiento, la boda, las enfermedades,  los exilios...)  dan sentido al "antes" y "después" y son los que ejercen de verdaderos calendarios, pero para estos acontecimientos no tiene ningún sentido hablar de milenios. La imbricación influyente con el pasado se puede extender como mucho a un siglo. Lejos están los tiempos en que se heredaba casa, tierras, títulos, status y hasta oficio, generación tras generación.
Para el conocimiento de lo privado no es tan importante  la determinación de las fechas como la localización de la intimidad en nuestros espacios domésticos. Aquí todos estamos rodeados de los mismos elementos, sillones y lámparas, electrodomésticos y consolas, camas y sillas en la misma distribución, que  es la única que  nos permite el espacio que poseemos en los mismos pisos. Pero entre estos repetidos artilugios cada uno festeja sus acontecimientos, recrea sus mitos y sufre sus  enfermedades.
Bauhaus  concretó y teorizó el principio de la forma standard para la producción mecánica en serie.  "Los objetos -pensaban- no tienen para todos el mismo significado...Las formas de los objetos deberán estimular pero no condicionar rígidamente la actitud de quién se sirva de ellos."
Este compendio biográfico de fechas y lugares, de objetos y acontecimientos, nos entrega el espacio como nuestro hábitat y va siendo inmortalizado en las últimas décadas por las fotografías familiares, que han pasado a convertirse en monumentos domésticos. Son estos realmente los que nos hacen distintos, no solo por el reflejo que aparece en la imagen, sino más bien por lo que no aparece,  -y esto es lo que las hace sublimes- el estado de ánimo que te poseía en cada uno de esos instantes y que solo tú conoces. Esto será siempre  la absoluta intimidad.
Si en las fotografías artísticas, es el fotógrafo el  que impone su criterio y su forma de ver la realidad, en las familiares es la realidad la que se impone entregándonos un tiempo congelado en un espacio determinado donde recrear gustos, olores y sonidos, como una cápsula para el recuerdo. Estas  se apropian de los hogares,  recordándonos a nosotros mismos quienes somos.  Nuestra leveldad  nos incapacita para mutar nuestros monumentos  por miedo a quedarnos sin pasado.
Las fotografías familiares son el mejor testigo de como se vive la intimidad. Para las próximas generaciones, el pasado estará representado en imágenes y el presente se confundirá con su propio reflejo en la era de la imagen y la simulación. Nadie se puede resistir a la tentación de verse desde fuera. Tal es la fascinación que ejerce en nosotros la propia imagen, la de los nuestros y la de los acontecimientos, que corremos el peligro de caer en una afasia colectiva.

Mercedes Prado