Texto para catálogo
"...Aun así la televisión constituye un ámbito decisivo del reconocimiento sociocultural, del deshacerse y rehacerse de las identidades colectivas, tanto la de los pueblos como la de los grupos. La mejor muestra de esos cruces entre memoria y formato, entre lógicas de la globalización y dinámicas culturales lo constituye sin duda la telenovela."
J.Martín Barbero y Germán Rey. Los ejercicios del ver
Sales a la calle y ves a muchos emigrantes latinoamericanos aunque no aciertas a saber de donde son, confundes el ecuatoriano con el venezolano o el peruano. Ha sido quizás por nuestro desconocimiento ante sus diferencias, quizás porque la vida de cualquier emigrante por su dureza tiene algo de melodramático, o porque nos topamos con el dato de que las mujeres peruanas son unas de las más grandes consumidoras de telenovelas, ó simplemente porque sus acentos nos recuerdan, sin poderlo evitar, los diálogos de las teleseries de sobremesa, por lo que nos abordó desde el primer momento la idea de trabajar con la telenovela. Si lo popular, como dice Canclini, es en esta historia lo excluido, lo que no participa en el mercado de los bienes simbólicos “legítimos” (1), que decir si como en este caso, es de origen latino.
En casi todas las televisiones del continente Americano, la telenovela es la realización televisiva de mayores inversiones económicas y la preferida en los horarios de máxima audiencia, es el gran producto cultural latinoamericano destinado al gran público, que como pasa con la literatura de gran consumo: la novela policiaca, la de terror o erotismo, tiene más que ver con la semiótica o con la antropología del imaginario que con la capacidad creadora o artística.
Nos animó mucho descubrir que tienen un peculiar modo de “lectura” estructuralmente ligado a la oralidad – que tanto nos ha interesado en nuestros anteriores trabajos –. La mayoría de personas que consumen telenovelas no disfrutan tanto del acto de verlas como del de contarlas, esto constituye en los sectores populares una forma de relación que se construye a través del hecho de ver la pantalla / contar lo visto.
Existe otra comunicación, diferente a la dominante, que se ejerce a partir de la narración, de la oralidad. A partir de la percepción del individuo sobre su entorno más cercano y su globalidad; a partir de convertir el lenguaje en un mecanismo expresivo, para construir participativamente los discursos con que se describe la realidad. Me refiero a esa comunicación que cuenta, que va de boca en boca, que se hace desde lo cotidiano. El mundo de las imágenes y las oralidades vive de la hibridación y el mestizaje, de la mezcla de memorias territoriales con imágenes que van llegando de fuera “el reconocimiento de la multiculturalidad en nuestros países implica aceptar no solo las diferencias étnicas, raciales o de género, significa también aceptar que en nuestras sociedades conviven hoy “indígenas” de la cultura letrada con indígenas de la cultura oral –desde la riqueza de las narrativas étnicas a las urbanas del chisme y el chiste, del rap y el rock latino- y las culturas del audiovisual, la del cine y la televisión, la de los videojuegos y el internet.” (2)
Mucho antes de que el boom de la emigración latinoamericana llegara a nuestras ciudades y nos hiciéramos copartícipes de los espacios públicos, ya consumíamos en la privacidad de nuestros hogares sus importadas telenovelas. Si en un principio extrañaba el acento, el vestuario o los decorados, más tarde apenas se distinguían los giros lingüísticos, ya que una vez acostumbrado el oído a palabras como doñita, las frases como te ves linda, aparecen naturales dentro del relato. Eso es lo que importa, el relato. Este está presente en todas las sociedades y en todos los lugares, y no habla de literatura, si no de la vida, de sus pasiones y miserias, sus dramas y alegrías, por eso su lenguaje llega a tanta gente, por eso es lider de audiencia. El relato del culebrón, es en el que el autor, lector y personajes intercambian constantemente sus posiciones, intercambio que es confusión entre, ficción y realidad, que conecta de tal modo al espectador con la trama, que este acaba alimentándola y enriqueciéndola con su propia experiencia. No deja de ser un acto de reconocimiento.
Grabar a un actor de telenovela es hacer un documental sobre la realidad cotidiana popular, aunque los personajes a los que representa son llevados al extremo y sus carazterísticas se magnifican encontrándonos con el prototipo del bueno buenísimo o la mala malísima, el avaricioso, el inocente, la perfecta hija...
Cuando observamos la estética de los encuadres en la telenovela y su ritmo narrativo vemos que estamos ante un género oral antes que cinematográfico “...se filma de cerca, más como una oreja que escucha que como un ojo a distancia. Por ello, la falta de movimiento de la cámara forma parte del territorio íntimo del melodrama. Se filman las palabras, las palabras se saben filmadas. ”(3)
1- Culturas híbridas. Néstor García Canclini. Edit. Grijalbo
2- Los ejercicios del ver. J. Martín-Barbero y Germán Rey. Edit. Gedisa
3- Telenovela, ficción popular y mutaciones culturales. AAVV. Lorenzo Vilches. Edit. Gedisa
Mercedes Prado